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miércoles, 4 de noviembre de 2015

¿Un Dios tolerante?


Castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal. Sofonías 1:12. En nuestro mundo moderno se tiene la costumbre de cerrar los ojos ante lo que se sabe que es reprensible…con la condición de no sufrir por ello. Esto le permite a algunos hacer casi todo lo que les viene en gana. Por tanto, la tolerancia es generalmente considerada como la manifestación de una civilización moderna y desarrollada, de esto, livianamente, se concluye que si Dios existe, debe ser tan indulgente como nosotros.

¡Que error! En efecto, la humanidad, cada ser humano particularmente tendrá que rendir cuentas al Creador. Dios es el juez de toda la tierra, y todos nosotros compareceremos ante Él. Dios, el Dios justo y santo, no sería fiel a sí mismo si no castigara el mal. Nosotros, los creyentes, que éramos pecadores y culpables, sabemos bien lo que Dios hizo para evitarnos una condenación eterna y sin apelación alguna. Nos amó y hallo un sustituto, un hombre justo, sin pecado, quien cargo con el castigo que nosotros merecíamos.

Ese sustituto, que no se podía hallar en el género humano, fue dado por Dios: su Hijo unigénito, semejante a un hombre, vino a la tierra y murió en nuestro lugar. Pero este magnánimo acto no significó indulgencia ciega a nuestros pecados:  los puso, todos ellos, sobre la cabeza de su Amado hijo, quien sin tener faltas, tuvo que sufrir el juicio en nuestro lugar. Por tanto la certeza de nuestra salvación descansa en el perfecto sacrificio de Cristo; a través de él, Dios adopta a los redimidos de su Hijo. ¡Que amor y que gran motivo de adoración a nuestro amado Padre Eterno!

Algunas personas piensan que Dios es como un indulgente abuelo celestial, agradable cuando se tiene al lado, y adaptable a la vida moderna. No creen en su poder ni en el castigo venidero. Sin embargo, Dios es santo y por lo tanto, juzgará con diligencia y castigará con justicia a todo aquel que se contenta en su vida de pecado, que es indiferente a Él o que no le preocupa la justicia. Cuando para la gente Dios es indiferente o irrelevante, tiende a pensar que Él es indiferente a su pecado. Se llevarán la sorpresa al ver que "cercano está el día grande de Jehová". Ninguno escapará al juicio de Dios, no habrá lugar donde ocultarse.


 Isaías 66:2.  Dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi Palabra. 



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