Mi maestro, dijo el primero, es muy sabio. Nos da de comer solo
frutos, bebemos mucha agua, y hemos aprendido a cazar y a pescar.
El mío, dijo el segundo, es un hombre muy santo. Ora todos los días, y nos invita a ayunar y a orar cuanta vez es posible.
Yo en cambio, dijo el tercero, tengo un maestro muy alegre: Le encanta mucho cantar y danzar.
El discípulo cuyo maestro bebía mucho, guardaba silencio, escuchando
las bondades que de sus maestros contaba cada uno. Al observar todos
que él callaba, le interrogaron: Pero, qué acaso no tienes nada que
contarnos?
Bueno, les respondió muy serio. Mi maestro es un gran sabio, muy
amoroso, y dado a la oración. Pero tiene problemas para dejar la
tristeza de que su esposa e hijas murieron hace mucho tiempo.
Todos guardaron silencio.
Y en eso , apareciendo Buda les dijo: Ved con cuanto amor, un hijo
perdona a un padre aunque esté equivocado. Así debéis ver vosotros a
vuestros hermanos cuando no os den el mensaje anhelado.
martes, 24 de junio de 2014
LA COMPRENSIÓN
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